Los cometas, esas eclosiones celestes que probablemente sirvan como vehículos para llevar la vida a lugares remotos del universo, siempre habían sido observados a la distancia.
Esto ha cambiado con la histórica misión Rosetta que logró esta semana aterrizar en el cometa 67P/Guryumov-Gerasimenko el cual persiguió por años en los confines de nuestros sistema solar.
Las imágenes, muchas de las cuales tomadas por la cámara panorámica OSIRIS, han sido contrastadas para que puedan ser mejor apreciadas.
Vemos ahí duras montañas de pierda entre la oscuridad profunda (a más de 400 millones de km del soL
No hay comentarios:
Publicar un comentario